-Terminé derrotada -dice y deja caer su humanidad en el diván
que, por la manera en que amortigua su llegada, parece que supiera que es el
depositario de eso, que no es un despojo, pero tampoco hace pensar en algo íntegro.
-No puede ser tan mentirosa -agrega mientras termina de acomodarse con
las manos sosteniéndole la nuca- no soporto más esa manera de engañosa de
mostrar ese fraude que es su persona. A esta altura ya debería darse cuenta de
que nadie compra ese personaje de mosquita muerta que fabrica cada vez que
aparece. Ni siquiera como astucia de supervivencia se la podemos dejar pasar.
No se merece la indulgencia de los débiles. No soporto tener que lidiar todo el
tiempo con sus desvaríos.
Dice todo esto y se queda pensando en silencio.
Él no
sabe qué hacer. Sí decirle que cambie de peluquería o dejar que todo siga así.
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