El descenso de los cuatrocientos metros nos pone más rápido de lo que imaginamos de nuevo con los pies sobre la tierra. Emprendemos el regreso hacia El Chaltén. Allí nos espera una ducha caliente y una cerveza artesanal como para empezar a terminar la jornada. Más tarde, degustaremos –como para ponerle un broche de oro a la jornada- un porción de cordero en una suave salsa de menta rociado con un noble cabernet y a dormir, que aun nos queda otra jornada en la que intentaremos aproximarnos al Monte Fitz Roy y sus agujas periféricas.
Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...
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ResponderBorrarHace algunos meses unas amigas visitaron tu país.
Días después a su regreso y emocionadas, me mostraron sus fotos. Me quedé pasmada con los glaciares, son ipresionantes y bellos.
De tus fotos, muchas me gustaron, las iniciales donde el destino se mira lejano y al mismo tiempo tan cercano. Tu narración de la caminata, el encuentro y diálogo con la naturaleza.
La que más me gustó es donde estás admirando el lago, es maravillosa.
Lindo tu país.
Gracias por las imágenes.
Mafalda
los pies en la tierra y un noble cabernet. qué grandes amigos.
ResponderBorrarabrazo.
Aun sigo bajo los efecgtos de la envidia sana, Saludos!
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