Encendió la computadora, abrió el correo de la agencia:
treinta y dos consultas. ¿Cómo hace la gente para vivir viajando? se preguntó.
Cuando más complicado estaba todo, más se incrementaban las consultas. Viajes
cortos, aprovechar el feriado, promos de algún destino exótico, cualquier cosa
y su bandeja de mails se llenaba de consultas. Escaparse, eso era lo que la
gente hacía. Escapada, tal vez era eso lo que ella estaba necesitando. ¿Huir?
No, no era eso lo que quería o por lo menos lo que creía querer. Suena el teléfono.
Clarita le pasa una llamada. Atiende. La voz no le dice nada. Otra de esas
tantas consultas telefónicas que casi siempre quedan en nada. ¿Alguna promoción
single? Si, tenemos varias alternativas, dice, mientras se acomoda el pelo,
como si el del otro lado del teléfono pudieran verla o como si estuviera en una
videoconferencia. ¿Aceptan tarjeta? Si, dice, trabajamos con todas las tarjetas
y su voz ahora suena como endulzada, con un ritmo más lento, como si estuviera –en
un encuentro íntimo- confesando un oscuro secreto. Puede reservar on line o si
gusta puede pasar por nuestras oficinas, agrega y por su mente pasa la imagen
de ese desconocido acercándose lentamente a su escritorio.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
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