Andar y desandar, darse a si mismo la
oportunidad de entrar, de salir y de volver a entrar, de jugar y dejar que la
realidad juegue con eso que ya no necesitamos controlar…
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Zafar
-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...
-
Es difícil imaginar como se lee desde el lugar del gobernante una derrota. Pero voy a arriesgar un escenario posible: imagino al Gobernador ...
-
Una puñalada, dos puñaladas, tres puñaladas, cuatro puñaladas, cinco puñaladas; el forense hizo una pausa, levantó la mirada como buscando...
-
Una pareja pasa por la costanera. Van abrazados, como si sintieran frío. Es raro, en estos tiempos, ver parejas que caminen abrazadas. Ella...
La foto es preciosa!!!! un abrazo
ResponderBorrarqué relinda fotografía!
ResponderBorrarun beso