La batalla está perdida. Nos queda sólo el recuerdo de un
tiempo de gloria que para otros fue también un tiempo de batallas perdidas. El
enemigo llego cuando menos lo esperábamos. Traía consigo codicia y deseos que
pueden nublarle la vista a cualquiera. Yo creo que no nos vieron. Cruzaron por
encima nuestro como si fueran hacheros abriéndose camino en medio de la selva.
No nos vieron. Tampoco escucharon nuestro lamento. Pasaron más de cinco siglos
y todo sigue igual. Seguimos siendo invisibles. No hay grito por mas
desgarrador que sea que llegue a los oídos del colonizador.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Zafar
-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...
-
Es difícil imaginar como se lee desde el lugar del gobernante una derrota. Pero voy a arriesgar un escenario posible: imagino al Gobernador ...
-
Cuando reflexionamos sobre las cuestiones a tener en cuenta a la hora de formular proyectos sociales que puedan ser considerados exitosos en...
-
Una pareja pasa por la costanera. Van abrazados, como si sintieran frío. Es raro, en estos tiempos, ver parejas que caminen abrazadas. Ella...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario