Escribir un rezo para un Dios inexistente Inventarme un Dios al cual rezarle sin fe Encontrar una fe que no esté presa de una religión Profesar una religión en la que no haga falta rezar para huirle a la angustia que me acompaña desde que no estás
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
se ve que la invitó a la soledad, no al silencio...
ResponderBorrares duro usté, a veces!
saludos!
él siguió en silencio, esperando que ella se cure de esa necesidad de hablar.
ResponderBorrarQue gran verdad...
que en el silencio se encuentren palabras para curar esa necesidad de hablar.
ResponderBorrarabrazo!
¿Tendrá cura?
ResponderBorrarSi no la repone ese lugar no la cura nadie