El cielo de El
calafate, a veces, cuando atardece, se enciende y te sorprende. Los fuertes
vientos del pacifico, que se dan contra esa gran muralla que es nuestra cordillera,
pasan y en su pasar, provocan un revuelo de nubes que se muestran de
inimaginables formas. En esto, como en tantas otras cosas, no hay con que darle
a la naturaleza. Ella juega con las formas, los colores y los movimientos sin
prejuicio alguno, como seguramente solo pueden hacerlo los verdaderos artistas.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
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Ese cielo de la foto es una pasada! un beso
ResponderBorrary tu arte para verlo.
ResponderBorrartu mirada ahi, en ese instante!
saludos!