Puedo esperar. Dejar que el día siga su curso. Darle la
espalda las urgencias que golpean mi puerta. Olvidarme de los días que vendrán y
de los que se fueron sin más. Puedo hacer como si no estuvieras tan presente en
mis pensamientos. Sentir, aunque sea por un instante, que no hay nada más que
ese retumbar de mi corazón que marca el ritmo de mi existencia.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
martes, octubre 08, 2013
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Zafar
-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...
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Es difícil imaginar como se lee desde el lugar del gobernante una derrota. Pero voy a arriesgar un escenario posible: imagino al Gobernador ...
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Una puñalada, dos puñaladas, tres puñaladas, cuatro puñaladas, cinco puñaladas; el forense hizo una pausa, levantó la mirada como buscando...
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Ese puedo suena a mezcla de "pero no quiero" y de "mentira, no puedo". En todo caso, lo más probable es que sea mejor no poder.
ResponderBorrarUn abrazo
A veces nos salva el no saber...
ResponderBorrarSuele ser un refugio seguro!
Beso