Puede ser solo un intento. Quizás el último de los tantos
que hice en esta búsqueda de lo que parece inhallable. No lo hago con esa
voluntad de quien se anticipa derrotado. Tampoco con la fuerza de aquellos
tiempos en los indagaba con pasión. Voy tanteando en la oscuridad, sintiendo en
mis manos las formas de lo irreconocible, ya sin el temor de otros tiempos en
los que me estremecía ante lo desconocido. Las yemas de mis dedos presienten una
vibración que mi memoria transforma en imágenes. No es un sueño, no. O por lo
menos eso creo en este momento.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
jueves, octubre 17, 2013
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Zafar
-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...
-
Es difícil imaginar como se lee desde el lugar del gobernante una derrota. Pero voy a arriesgar un escenario posible: imagino al Gobernador ...
-
Una puñalada, dos puñaladas, tres puñaladas, cuatro puñaladas, cinco puñaladas; el forense hizo una pausa, levantó la mirada como buscando...
-
Una pareja pasa por la costanera. Van abrazados, como si sintieran frío. Es raro, en estos tiempos, ver parejas que caminen abrazadas. Ella...
Nunca es el último intento. Siempre es el penúltimo
ResponderBorrarUn abrazo