Me sentí como la pieza de un rompecabezas que nunca fue
armado. Desencajado, lejano, esperando –ya casi sin esperanzas- que alguien
encuentre ese encastre que me permita sentir lo que es estar con otro. Me sentí
como quien llega, en un viaje sin sentido, a un lugar equivocado. Por un
instante me sentí en el tiempo de los que no tienen tiempo, vacío, como sin fe.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
sábado, octubre 12, 2013
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Zafar
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Una pareja pasa por la costanera. Van abrazados, como si sintieran frío. Es raro, en estos tiempos, ver parejas que caminen abrazadas. Ella...
Tirado por ahí, como un cartel viejo que ha perdido importancia...
ResponderBorrarAngustiante sensación. Lo salva que haya sido sólo por un instante
ResponderBorrarUn abrazo