Me sentí como la pieza de un rompecabezas que nunca fue
armado. Desencajado, lejano, esperando –ya casi sin esperanzas- que alguien
encuentre ese encastre que me permita sentir lo que es estar con otro. Me sentí
como quien llega, en un viaje sin sentido, a un lugar equivocado. Por un
instante me sentí en el tiempo de los que no tienen tiempo, vacío, como sin fe.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
Tirado por ahí, como un cartel viejo que ha perdido importancia...
ResponderBorrarAngustiante sensación. Lo salva que haya sido sólo por un instante
ResponderBorrarUn abrazo