viernes, enero 29, 2010

Bajo el silencio V

Llegamos al Río Centinela. Nos sorprende un arreo de ovejas que nos obliga a parar. Los hombres montados a caballo no parecen tener noticias de que pocos kilómetros más allá, dentro de este mismo establecimiento, se está preparando un homenaje que recuerda la memoria de hombres como ellos a los que el ejército argentino fusiló y sepultó en tumbas colectivas.

10 comentarios:

  1. Esta foto me ha enamorado.
    Me encantan los caballos :)
    ¡Un beso enorme! Te sigo.

    ResponderBorrar
  2. Pero por que???
    Porque los fusilaron???
    Era la epoca de la dictadura militar o fue mucho antes???
    Besos... si quieres me contestas aca si???

    ResponderBorrar


  3. Sigo leyendo, post a post. Interesante saber sobre la historia reciente de Argentina, donde las dictaduras se han ido cebando en un sufrido pueblo.

    Saludos

    CristalRasgado ____________________________________
    LaMiradaAusente

    ResponderBorrar
  4. Que buena foto y que buen paseo nos has dado.
    Un abrazo

    ResponderBorrar
  5. un placer recorrer el sur con vos

    ResponderBorrar
  6. Asqueroso y rastrero mundo de odios inútiles.

    Preciosa foto.

    Un abrazo libre

    ResponderBorrar
  7. Las huelgas obreras en la patagonia fueron 1920 y 1921 y los fusilamientos fueron realizados en 1921 por el Ejercito Argentino, durante el gobierno democrático de Yrigoyen...

    ResponderBorrar
  8. Pocos se atreve a explicar una historia por partes en un medio como este. Espero ver lo que sigue. Ah, es una buena fórmula el uso de las imágenes.

    ResponderBorrar
  9. Dios!!, nunca entenderé los genocidios...
    La imagen es espectacular, como todas, me tienes espectante.
    Besos

    ResponderBorrar
  10. Exquisita foto, por lo que dice, por lo que explica, por la amplitud, del espacio.


    ...ojalá que entre la luz en ciertos cerebros y corazones y derrita el hielo ( de como dice Dani lo unútil)



    Un abrazo

    ResponderBorrar

Zafar

-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...