Ir al contenido principal

Bajo el silencio VI

Las ovejas se resisten a cruzar por el puente de tan solo tres metros de ancho. Ya son varios los intentos de arriarlas en ese sentido pero todo vuelve para atrás cuando estas espantadas salen disparadas para cualquier lado, menos en esa dirección.

Comentarios

  1. Me encanta como vas narrando. Te sigo, quiero más!
    Besos.

    ResponderBorrar
  2. Menudo trabajo!!!
    Esa imagen es espectacular!!!
    Vista asi desde lejos es imponente!!!
    Que País maravilloso tenemos verdad???
    Besos cielo!!!

    ResponderBorrar
  3. ¡ Ovejas testarudas !
    magnífica imagen. Mil besitos!!!

    ResponderBorrar
  4. Comparto que la imagen es muy buena, parecería tener mucha luz, pero es bella...de la significación los cuellos de botella suelen generar estas cosas, un emovejamiento maravilloso.

    ResponderBorrar
  5. Una bella estampa,
    la blancura de la
    nieve en las montañas
    del fondo en consonancia
    con la blanca mancha
    cruzando el puente.

    Te sigo por esos parajes.

    Besos.

    ResponderBorrar
  6. Me insipira esa imagen te mando besos y nos leemos Albert!!!

    ResponderBorrar
  7. Ellas sabrán,
    posiblemente se sientan más confiadas en sus pisadas en tierra firme.


    Besos y gracias, Noesperesnada.

    ResponderBorrar
  8. ¡´Qué maravilloso pais! Gracias por acercarnos un poquito a él, por acortar distancias con tus relatos.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  9. Muy buenas fotos, excelente forma de ir contando la aventura. Un gran saludos

    ResponderBorrar
  10. Hermosa foto...y como no entender a las ovejas? yo me descarrío cuanto mas se me impone y encima el espacio es angosto y reducido?...con semejante amplitud, semejante paisaje!

    Abrazos.

    ResponderBorrar
  11. Normal no habra visto un puente en su vida.
    Fue un placer recorrer este espacio de la naturaleza de manos de tus palabras tan bien descritas.
    con cariño
    Mari

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

No ser

Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre.  La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia.  Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...

Encuentro

Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...

Héctor Rodolfo Peña

El 17 de julio de 2003 falleció, en El calafate, el escritor Héctor Rodolfo Peña. Podemos decir de él que publicó cuatro libros de poemas, tres de cuentos, siete novelas y un libro de aforismos, lo que representa la obra literaria más significativa que tenemos los santacruceños. En la búsqueda en internet de datos biográficos de su persona, encontré que solo aparecen menciones en algún blog literario y alguna que otra referencia de sus libros, los que pueden comprarse como usados. En una Feria Provincial del libro, coincidí con Mario Echeverria Baletta, el que me facilitó, para que fotocopiara y digitalizara, el archivo de más de doscientos recortes de diarios, apuntes, borradores, escritos mecanografiados, y algunas fotos del “Lobo”, que él fue atesorando con el paso del tiempo. Es así que surge la idea de publicar un blog: https://homenajeallobo.blogspot.com/ , como una manera de acercar, a este tiempo, el pensamiento de Peña. Y en un intento también de conocer un poco más de ...