lunes, abril 26, 2010

Paciencia

Se necesita tener paciencia y ganas de mantener el fuego constante, me dice y levanta con sus dos manos la bota de vino con la humedece su garganta. Si hay mucho fuego, corres el riesgo  de que se queme por fuera y quede crudo por dentro. Arrima un par de leños que encienden lentamente. Hay que estar atentos y no descuidarse. Mientras gotea grasa de los garrones la cosa va bien, pero no puedes confiarte. Como con las mujeres, si no le das un poco de calor, puede que te quedes solo con la mesa puesta.

9 comentarios:

  1. Y los hombres....quieren calorcito..que si no.... ¡pues no son poco caprichosos! jaja Besos

    ResponderBorrar
  2. me recuerda a mi padre, cuando de niña subíamos a la sierra y asaba carne. Siempre robaba una teja de una casa abandonada del camino, después entre todos los críos recojíamos la leña. mi padre preparaba el fuego así, despacito, con mimo.Colocaba sobre él la teja, y sobre esta la carne ¡huuuummmmm! Nunca nada me supo tan rico. Besotes!!!

    ResponderBorrar
  3. Me parece bien,sentir
    el calor de alguien que te quiere, es agradable
    para todos.

    Un cálido abrazo

    ResponderBorrar
  4. ¡Que no se apage el fuego! que no se pierda el calor nunca.
    Besos.

    ResponderBorrar
  5. Comparar a las mujeres con un trozo de carne a la brasa me parece poco elegante. Claro que si de lo que hablamos es del "calor" humano, totalmente de acuerdo.

    Un besito

    ResponderBorrar
  6. bueno.. y como los pasteles...tambien quedan crudos y quemados al mismo tiempo si no los cuidas. anda ya con mis analogias, es que me haces imaginar ;)

    besos

    ResponderBorrar
  7. Como toda relación pasional: te quema por fuera y te quedás cruda por dentro! Una desgracia! ;=)

    ResponderBorrar
  8. Estar atentos y no descuidarse!!, fundamental para mantener todo en una medida apropiada!!

    Saludazos!

    ResponderBorrar
  9. con paciencia..gota a gota...asi son las mujeres...como el cordero

    abrazo

    ResponderBorrar

Zafar

-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...