Amaneció nevando. Los planes que había hecho quedaron solo
en eso.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
domingo, septiembre 01, 2013
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ey, la vida me distrajo de tu blog y me estuve perdiendo tus imágenes y tus palabras!
ResponderBorrartrataré que no vuelva a pasarme.
me encantan tus reflexiones, amigo y tu forma de contarlas. y las comparto muchas veces.
y es un placer quedarme mirando tus imágenes.
ahora he recuperado todo.
un abrazo
me puedo robar esta luna enamorada del gorrión?
ResponderBorrargracias!
También distraída de tu blog y además encontrándome con una vieja amiga!
ResponderBorrarPensaba que muchas veces los planes quedan sólo en eso y no es necesario una nevada...
Yo también, bastante distraido de mi blog, pero gratamente motivado a seguir publicando con visitas tan especiales como las de miralunas y MAGAH.
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