La realidad se ha vuelto tan difusa, tan poco palpable, tan
artificial, tan producto de tanta herramienta tecnológica; que a veces,
prefiero zambullirme en esta soledad lacustre, quizás con las esperanza de
encontrar en ella algo que alimente este desesperado deseo de experimentar algo
más real. Pero vos, hastiada de tanta reflexión sin sentido, simplemente te
vas.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
jueves, septiembre 26, 2013
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Zafar
-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...
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Es difícil imaginar como se lee desde el lugar del gobernante una derrota. Pero voy a arriesgar un escenario posible: imagino al Gobernador ...
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ay, qué triste es ese desencuentro de almas que viven de distinto modo las cosas diversas del mundo, cuando ni el amor alcanza.
ResponderBorrarsiempre describís tan claramente esas profundidades!...
No es fácil mirar siempre en la misma dirección, ni desde el mismo punto de vista. Supongo que ayuda aprender a respetar los espacios, los propios y los ajenos
ResponderBorrarUn abrazo