miércoles, abril 07, 2010

Dudas

El teléfono sonó un rato después de que la ambulancia se llevó al abuelo. Necesito hacer una consulta, dijo el médico que recibió al paciente. Si lo escucho le dije, a pesar de que mi función era solo administrativa. El cuadro es muy complicado, perdió mucha sangre y su hígado está muy dañado. En síntesis, podemos intentar hacer algo, pero con muy pocas probabilidades de que sobreviva. Lo escuché con atención y pregunté que podíamos hacer. En principio derivarlo, me dijo, para lo cual me tienen que dar la autorización y hacerse cargo de los gastos. Por eso nos llama doctor, pregunté. No, no, contestó un poco nervioso, mi duda es si realmente vale la pena destinar la poca plata que ustedes manejan para lo que parece un caso perdido, dijo y no agregó nada más. Fueron algunos segundos en los que a mi mente vino la imagen del interno. Tipo mañoso, complicado y que poco hacia para entenderse con los demás abuelos. Prepare tranquilo la derivación contesté, ya le acerco la autorización y colgué. Un par de meses después, entró al hogar de ancianos caminando, con muchos kilos menos y una sonrisa que –hasta ese momento- no le conocíamos.

8 comentarios:

  1. Esa sonrisa valdría tanto la pena como la belleza de esta fotografia...Besos

    ResponderBorrar
  2. ese paisaje es maravilloso

    no todos pueden además de disfrutarlo, captarlo

    al igual que pocos hubiesen visto esa sonrisa, que todos miran pero pocos ven

    ResponderBorrar
  3. ¡De vuelta a la normalidad! Perdón por mi ausencia, estuve de "mini-vacaciones" Un besito!!!

    ResponderBorrar
  4. Quizá el verse tan cerca de la muerte, le animó a disfrutar el tiempo que le quedaba con un anímo nuevo, de ahí la sonrisa...

    ResponderBorrar
  5. Hiciste lo correcto. Y ganaste a un abuelo.

    Muak

    ResponderBorrar
  6. hace mucho q no pasaba por aca... como lo extrañaba! q lindo relato.

    ResponderBorrar
  7. Y la luna sigue saliendo a pesar de todo!

    ResponderBorrar

Zafar

-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...