Pero la vida siguió igual, sin que nada lo hiciera pensar en que algo podía cambiar. La angustia le recorría el cuerpo mientras manejaba rumbo a la comisaría. Lo último que le podía pasar era esto, que por un olvido, le pasara algo a su hija. Albergaba en ella la esperanza de que un día rompiera el lazo que entre su madre y su esposa construían a su alrededor, dejando muy poco margen para que él pudiera intervenir. La idea de que su hija quedara atrapada en ese circulo vicioso que su esposa tan bien replicaba y que su madre arrastraba orgullosa, lo aterrorizaba. La idea del divorcio llevaba más de cuatro años dando vueltas en su cabeza. Estaba dispuesto a sacrificar su casa, el estudio, incluso a perder a sus padres, que nunca avalarían en él una decisión así. Pero no daba ese paso por miedo a perder a su hija. Voy a tomar ese pasaje y retomo dos cuadras más allá, por la principal, pensó y de un volantazo giró a la derecha, soportando el bocinazo del colectivero que justo iniciaba la marcha cargados de pasajeros. Puso tercera y aceleró. Lo último que alcanzó a ver –antes de impactar- fue un cartel pintado sobre la caja de un inmenso camión que decía Mudanzas Don Pepe.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
sugestivo, me gusta, y me encanta esa foto.
ResponderBorrarTriste...pero tan bello relato.
ResponderBorrarla imagen fabulosa. Besos!!
Qué trágico. "Don Pepe" es muy andaluz.
ResponderBorrarMuak
Fuerte tu relato. Hermosa la foto. Un abrazo!
ResponderBorrar...
ResponderBorrarSe va cerrando el círculo del relato.
Espero el desenlace.
A veces me siento frustrada cuando un personaje encuentra una salida muy diferente a la desición con convicción, sin que se la muerte una llave o una salida.
Saludetes para ti.
Mafalda
...
ResponderBorrarA lo que me refiero es que me gusta ver las consecuencias de las desiciones.
: )
Mafalda
Me gustó el final inesperado.
ResponderBorrarMuy bueno, y muy complicado el tema de los hijos de padres separados (o que deberían estarlo).
Saludos!
pero... todo eso por desear ser feliz? mecachendié!
ResponderBorrareste recreo de susencia, no me alivia el dolor que este olvido en capítulos me causa.
me ha colgado otra vez de él!
ah, si....todas las fotos son preciosas de una y otra forma.
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