Arrancó el auto. Puso marcha atrás y dio un volantazo para que gire. Salió tan apurado, que recién cuando asomó en la calle y miró hacia los costados para ver si tenia el paso libre, se dio cuenta de que no le había dicho nada a su esposa. Mejor así, pensó, la llamo desde la comisaría, no tiene sentido que venga conmigo. Unas quince cuadras lo separaban de la seccional segunda. Los autos se cruzaban en zigzag, el transito era un caos, cada semáforo una eternidad. El estomago comenzó a hacérsele un gran nudo. Por momentos le faltaba el aire. Bajó un poco el vidrio y el aire frío lo alivió un poco. Adonde aprendiste a manejar pelotudo, le gritó un tipo desde una camioneta todo terreno. Frenó, lo dejó pasar, por un momento pensó que se lo llevaban puesto. Otro semáforo. Creyó verla cruzando la calle. Sintió la angustia que le recorría el cuerpo. Como no se había dado cuenta de que ella no los había llamado. Era lo único que tenían. Más de una vez, si no fuera por su pequeña hija, las discusiones con su esposa hubieran terminado de otra manera.
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
ES Q NO ME ANIMABA A LEER...
ResponderBorrarMuy bueno el Olvido II. En un rato, el mundo a contramano.
ResponderBorrarla pequeña hija crecerá...
ResponderBorrar...
ResponderBorrar¡Auchh!, ¿Qué le sucedió?
¡Caray!, aquí en mi país estas cosas son tan frecuentes. Me resistó a tomarlo como algo común.
Espero el desenlace.
Te mando un saludo mi querido oveja negra.
Mafalda
y que pasooo????
ResponderBorrarun besoooooo
estoy de vuelta querido y listísimo para leer estos textos q escriben q, como los caminos q nos muestras, no tienen fin.
ResponderBorrarps. y claro, también listo para el mundial!
Uau, aunque no entendí un jocara, me gustó el movimiento del relato mientras el tránsito agudizaba sus conflictos y le llevaban a reflexiones íntimas
ResponderBorrarSalud
Estercita