Acostumbrada como estaba a manejarse sola, dejó la clase de ingles y caminó por las calles de la ciudad sin un rumbo cierto. Lo hacia de vez en cuando. No les gustaba quedarse fuera del instituto esperando que algunos de sus padres pasaran a buscarla. Caminaba y mandaba mensajes de texto. Voy por San Martín. Ya pasé la plaza. Entré al kiosco de la esquina. Sus padres también estaban acostumbrados a esto. No les extrañaba encontrarla a tres o cuatros cuadras del instituto. En sus trabajos, tomaban nota de que había que pasar a buscarla, cuando llegaba el mensaje de texto. Hoy te toca a vos le decía él y ella –un poco rezongando- buscaba la llave del auto y salía de la oficina. Ese día no llamó, no mandó ningún mensaje. El cierre de la auditoria del principal cliente del estudio los tenía muy atareados. Pensó en detenerse. Miró para atrás, para ver si el auto de sus padres aparecía. Tomo el celular y recién ahí se dio cuenta de que su mensaje no había sido mandado. Intentó llamar y la voz de la operadora la anotició de que no contaba con crédito para hacerlo. La tarde era fría pero apacible. La gente pasaba a su lado sin prestarle atención. Fue entonces cuando lo vio. Apoyado en la pared de un negocio al otro lado de la calle. Manos en el bolsillo. Las piernas cruzadas. Con una ligera sonrisa en su rostro. Por un momento pensó en que le conocía, pero no. Intentó disimular su soledad. Empezó a caminar. Volvió su mirada para tratar de ubicarlo y él ya no estaba. Es de la policía contador, dijo la secretaría cuando transfirió la llamada.
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
Me has recordado que...hay olvidos imperdonables. Besos
ResponderBorrarme quede helada
ResponderBorrarIncreible
ResponderBorrar¡¡Que no vuelva a ocurrir!! esos olvidos no se pueden consentir.
ResponderBorrarUn saludo.
Hola:
ResponderBorrarUn relato que me causo ffffrrrriiiioooo...
Besos Brujos*
¿Y nos dejas así, con los pelos como escarpias? Pobres padres, no se lo perdonarán nunca....
ResponderBorrarUn besito
Un gran cierre.
ResponderBorrarSalud!