La primera en notar el cambio fue su madre. Parece que tu hijo está noviando, comentó una mañana, mientras le servia el desayuno a su esposo. Y él abrió el diario y sin hacer ninguna acotación, se sumergió en las noticias del día. Los tres meses pasaron como si nada. Un buen día, dejó la clase y todos los alumnos le agradecieron su paso por el aula. Uno a uno lo fueron saludando. Ella esperó hasta el final. Se acerco lentamente, como midiendo cada paso. Extendió su mano, que el tomó tímidamente y mirándolo –como solía hacerlo siempre- a los ojos, le susurró: ¿cuando no entienda algo, puedo molestarlo Contador? Cuente conmigo, para lo que necesite, aunque usted es muy buena alumna, no creo que vaya a necesitar de mi, pero anote mi teléfono por favor y no dude en llamar si considera que hay algo en lo que pueda ayudarle. Si me devuelve la mano, voy a poder anotarlo, dijo ella y dibujó una sonrisa en su rostro. Disculpe, dijo él -casi sin poder soltarle la mano- es que, estoy un poco emocionado, ustedes han sido muy buenos alumnos. Metió sus papeles en el maletín y dejó el aula.
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
el laburo me tuvo sin respiro y me alejé unos días del blog.
ResponderBorrara mi regreso encuentro esta sucesión de olvidos que me engullí en un instante!
y ahora estoy con el estómago apretado: me has trasmitido una inquieta emoción contando como cuentas.
saludos!
tienes mágia..
ResponderBorrardespedidas... que dificiles..
ResponderBorrardespedidas... que dificiles..
ResponderBorrarCreo que las despedidas, son el comienzo de nuevas etapas.
ResponderBorrarAunque estas sean siempre difíciles.
Un abrazo!!
Estoy segura de que entre los papeles que metió al maletín había una pequeña nota con un número de teléfono... la que ella posó en su mano...
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarQue impotencia se siente en esos momentos!!!
ResponderBorrarBesos
parece que él tiene otras cosas en qué pensar y no en los cambios de su hijo, tampoco en mantener una conversación con su esposa
ResponderBorrarRomance a la vista. Miedo al compromiso. Es lo que veo. ¿Continuará, verdad?
ResponderBorrarMuak
Muy interesante como describes el mundo de los sentimientos, me haces meterme dentro de cada escena.
ResponderBorrarSaludos