A la seis de la mañana, sus compañeras la encontraron tirada en el piso.En el hospital le dijeron que había sido una baja de presión y que estaba un poco deshidratada, tal vez un cuadro de anemia. Le aconsejaron 48 hs de reposo y volver al otro día para ver los estudios. Ahí tomo nota de que había bajado algunos kilos de peso, que para su frágil estructura no era poca cosa. Tuvo que convencer a su madre de que no le pasaba nada grave para que desistiera de viajar a acompañarla. Se aguantó un sólo día el reposo recomendado por el médico y como también el viento se había tomado un descanso, se abrigó y salió caminar. El boulevard que divide la avenida principal, con sus pinos, invitaba a recorrerlo. A los costados los turistas completaban la jornada buscando un lugar para cenar o hacerse de algún souvenir que les recordara su paso por este lugar de la patagonia. Se dejó contagiar por los rostros sonrientes que caracterizan a los que despreocupados de los problemas de la vida viajan por el mundo.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Zafar
-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...
-
Es difícil imaginar como se lee desde el lugar del gobernante una derrota. Pero voy a arriesgar un escenario posible: imagino al Gobernador ...
-
Cuando reflexionamos sobre las cuestiones a tener en cuenta a la hora de formular proyectos sociales que puedan ser considerados exitosos en...
-
Una pareja pasa por la costanera. Van abrazados, como si sintieran frío. Es raro, en estos tiempos, ver parejas que caminen abrazadas. Ella...
hasta el arco iris ha salido para que ella sonría
ResponderBorrarMe parece bien eso de ir hacia los lugares en los que uno sabe encontrará posibilidad de sonreír. Un beso!
ResponderBorrarVivir para sonreir... sonreir para poder vivir.
ResponderBorrarUn abrazo!!
A esos despreocupados los veo por Buenos Aires, y los envidio sin mucha convicción. Y cuando el viajero soy yo, me olvido de ellos, para observar a los lugareños. Me parece que ellos me envidian sin demasiada convicción...
ResponderBorrarUn abrazo