Miro y no creo lo que veo. Lo primero que se me ocurre es imaginar una algo parecida a una perla. Decido tocarla y me encuentro que solo es agua. Retiro el dedo y trato de volver la mirada atrás y quedarme con la imagen anterior. Con la sorpresa. Imaginar que esta incipiente planta tomó la precaución de juntar agua para si. Que sabe –de alguna forma que aun nos cuesta entender- que en no mucho tiempo, será un bien escaso. Que junto sus hojas como quien junta sus manos un día de lluvia –luego de una larga sequía- para recoger para si un poco de tan preciado y vital elemento.
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
Y solo son seres vivos, pero aún así en sentido de supervivencia se manifiesta.
ResponderBorrarCreo que en los seres humanos no...
saludos