Empecé a construir mi casa en este –hasta ese momento- inhóspito lugar. A pocos metros hacia lo mismo mi vecino. Una palma con una farola aportaba el único síntoma de urbanidad. Hoy recogí unas ramas de sauces que la última poda dejó sembrados en el fondo de mi patio. Los álamos ya comienzan a mostrar los primeros brotes. Mi vecino ya no esta. Al final de la última temporada, cuando viajó a ver a su madre en la provincia de Buenos Aires, tres balazos en la cabeza terminaron con su vida. Aunque haya nuevos vecinos, la ausencia de Daniel, siempre le da a este lugar el carácter de inhóspito.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
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¿Supongo que lo de los balazos será una broma... ?
ResponderBorrarSaludos.
Lamentablemente no. Si vas al link de la fuente podes ver la info completa.
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