En cualquier momento esto se prende fuego, dice un compañero. Algunos quieren incendiar la provincia, asegura otro. No llegamos a fin de año, insinúa el más conservador de los presentes en la mesa de café. No creo que sea para tanto, aporta el funcionario. Lo que provoca la inmediata reacción de un jubilado que viene de cobrar. Te parece que no es para tanto. A quien pensás engañar vos. O no te diste cuenta de cómo viene la mano. Mira allá, en el aquel edificio publico. Si en ese, el de turismo. Están haciendo un simulacro. Y sabes de que? Ah. Adivinaste no? Si están haciendo un simulacro contra incendios. Estos no son ningunos giles. Ya saben como viene la mano y se preparan para salvar su pellejo.
Fuente: Prensa Libre
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
viernes, septiembre 04, 2009
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