Ir al contenido principal

Barbijo

Un rostro detrás del barbijo me invita a pasar. Intento hacer como si nada y los nervios me traicionan. Empiezo a toser. Los cuerpos giran automáticamente y ahora veo solo barbijos con ojos. No estoy engripado. Pienso en decirlo, pero no logro conectarme con mi voz para hacérselos saber. Decido salir sin decir una palabra. La calle está vacía. Me froto las manos y cuando las estoy por llevar a mi rostro, recuerdo las recomendaciones. No tocarse nariz, ojos, boca. Empiezo a caminar y la veo venir por el boulevard. Sin detenerme, hago un gesto como para saludarla y me quedo pagando, como cuando llamo al mozo en el café de la esquina ¿No me vio o no me reconoció? Giro para mirarla y su marcha acelerada, ya la distanció considerablemente de mi. Ahí es cuando caigo. Distancia social, es eso, lo escuché varias veces, recomiendan mantener una distancia de no menos de un metro con los demás. Tengo la impresión de que esta gripe va a ser para las relaciones humanas lo que HIV fue para el sexo o tal vez sea lo contrario, tal vez los barbijos sean como las minifaldas de épocas pasadas que invitaban a imaginar. Y los relatos de amor podrán decir: cuando la conocí, llevaba un barbijo rojo…

Comentarios

  1. Ojala no suceda. Pero quién dice, ¿no? Tal vez en verdad haya que mantener una distancia entre la gente. Necesariamente. Un beso, por acá!

    ResponderBorrar
  2. Si Marina, es en referencia a Luis Gruss, ya que son escritos que fuí preparando en un taller que pude realizar con él.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

No ser

Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre.  La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia.  Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...

Encuentro

Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...

Héctor Rodolfo Peña

El 17 de julio de 2003 falleció, en El calafate, el escritor Héctor Rodolfo Peña. Podemos decir de él que publicó cuatro libros de poemas, tres de cuentos, siete novelas y un libro de aforismos, lo que representa la obra literaria más significativa que tenemos los santacruceños. En la búsqueda en internet de datos biográficos de su persona, encontré que solo aparecen menciones en algún blog literario y alguna que otra referencia de sus libros, los que pueden comprarse como usados. En una Feria Provincial del libro, coincidí con Mario Echeverria Baletta, el que me facilitó, para que fotocopiara y digitalizara, el archivo de más de doscientos recortes de diarios, apuntes, borradores, escritos mecanografiados, y algunas fotos del “Lobo”, que él fue atesorando con el paso del tiempo. Es así que surge la idea de publicar un blog: https://homenajeallobo.blogspot.com/ , como una manera de acercar, a este tiempo, el pensamiento de Peña. Y en un intento también de conocer un poco más de ...