Venía por conduciendo por la calle Moyano, de Este a Oste, buscando salir de la
zona céntrica hacia la costanera, cuando, sin darme cuenta pasé a manejar en
contramano.
Pero si Moyano siempre fue mano
para allá, me dije mientras dudaba sobre si seguir en infracción o maniobrar
para retomar por una lateral.
Fue ahí cuando reaccioné y tome
conciencia de que ya no estaba más sobre Moyano, sino que había ingresado a la
calle Guatti, que -no casualmente- quedó a contramano de Moyano.
Miré hacia los costados —por suerte no había ningún inspector que me marcara la
infracción— y crucé lentamente sobre el manto de hielo que aún persiste sobre
Guatti para salir por Padre Agostini e ingresar por Los Gauchos, que imagino,
en el tramo que va detrás del Humus Spa, se seguirá llamando así. Allí a la
altura de la vidriería, me encontré con un par de vehículos que venían a
contramano, pero opté por mirar para arriba y pasar como si nada, buscando
llegar al Concejo Deliberante. para que alguien me diera copia de las
ordenanzas en las que se aprobaron todos estos cambios.
Como podrán imaginar, en el Concejo Deliberante no hay un solo antecedente
sobre esta modificación. El decreto que nuestro Intendente firmó, nunca llegó
al cuerpo legislativo para su ratificación. Por lo tanto, no tiene vigencia. Y
los ediles están aún esperando que desde el municipio se eleve el plan de
ordenamiento del tránsito anunciado hace ya unos cuantos meses por el
ejecutivo.
Ahora bien, con esta información
decidí retornar a casa. Lo hice por Moyano. Que testarudo, pensará usted. Aprovechando el pavimento nuevo encaré por la
calle detrás de la estación YPF. Cuando enfilé por Moyano, a las pocas cuadras,
encontré un cartel señalizador caído.
Cayó Moyano, me dije. Pero, la
verdad, me dio un poco de bronca. Porque una cosa es que al tipo no le
reconozcan absolutamente nada y lo hagan desaparecer del mapa callejero local y
otra es que se ensañen con él, tirando por tierra con la rica historia que
seguramente habrá motivado a los que decidieron homenajearlo poniéndole su
nombre a una de las calles de El Calafate.
Un poco caliente, transitaba por la fría calle, hasta que llegué nuevamente a
la zona de Guatti, Ahí mire nuevamente el cartel que indica que cruzar en esa
dirección, en ese lugar, es cruzar en contramano. Mientras recorría el apacible
paisaje de los Álamos, llegué a la conclusión de que el que estaba a contramano
era Guatti. A contramano de la historia. Usurpando la denominación de una calle
que, hasta tanto los concejales no resolvieran lo contrario, iba a seguir
llamándose Moyano.
Recordé que, no hace mucho tiempo,
la prestigiosa familia hotelera, pretendió comprar esa calle al municipio. Hecho
este que no prosperó, porque el mismo Intendente –que hoy les rinde pleitesía-
les quería pasar la topadora por encima.
Ya sobre la costanera me pregunté
¿qué pasaría si cunde este estilo de renombrar calles?
Por ejemplo .al pasaje detrás del
gimnasio municipal, le podríamos poner Julián, porque no tiene salida. Al
puente Carlota, lo llamaríamos concejal Caro, porque te ayuda a cruzar el río,
pero no te lleva a ningún lado. A la costanera la llamaríamos Intendente
Municipal, porque no la quiere terminar más y aunque esté muy lustrosa, algo
huele mal en ella. Y a unas cuantas calles de la ciudad las nombraríamos
gestión Méndez, porque no tienen arreglo.
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