Ir al contenido principal

Peras al olmo




Ningún despacho oficial se conmueve, cuando escuchan que chicos de una escuela se quedaron sin clases porque no hay agua, o que no cuentan con biblioteca porque desde el gobierno no le mandan nada o como pasó hace unos meses, que las mamás panaderas no pueden darle un refrigerio a los chicos porque no hay harina para hacer pan. Esto es ya parte de lo cotidiano en El Calafate, la ciudad que más creció en la provincia, pero que en estos aspectos sigue funcionando con parámetros de la más subdesarrollada.

Si, así están nuestros establecimientos educativos, sin espacio para que los chicos hagan educación física, lo que obliga a los docentes de la materia a darla de manera teórica y las clases de musica son posibles, gracias a que los chicos fabrican sus propios instrumentos musicales.

Como contrapartida, se destinaron de manera –por lo menos poco clara- más de 300 mil pesos para una escuela privada, detrás de cuya gestión aparecen los empresarios más poderosos de la ciudad, los que parecen ejercer la responsabilidad social empresaria obteniendo ventajas del Estado, el mismo Estado que descuida de manera proporcional nuestra vapuleada educación publica.

Por otra parte, podemos ver a nuestro Intendente Municipal, que acierta con la implementación de las pasantias para los chicos que estudian turismo, pero por otro lado, poco parece importarle lo que pasa en los distintos establecimientos educativos.

Les niega a los chicos de menos recursos un transporte escolar, mientras se pasea en nuestra hermosa cuatro por cuatro, comprada con fondos públicos. Insiste en mantener contratadas a las personas que limpian las escuelas, como si la limpieza de los establecimientos no fuera algo que necesitáramos de manera permanente.

El tema es, ¿debe el municipio involucrarse en el proceso educativo de su comunidad? Más allá de los convenios con provincia, o si mandan plata o no, ¿debe nuestro Intendente Municipal destinar esfuerzos para que la educación que reciben nuestros chicos sea la mejor que podamos darle?

Me imagino que algunos dirán que pedirle esto a Méndez es como “pedirle peras al olmo”, pero más allá de esta gestión, que –elecciones mediante- finaliza en el 2007, es importante comenzar a pensar en el rol del municipio como institución y en su relación con la escuela y con la educación.

Comentarios

  1. "...Como contrapartida, se destinaron de manera –por lo menos poco clara- más de 300 mil pesos para una escuela privada, detrás de cuya gestión aparecen los empresarios más poderosos de la ciudad...." Esto se refiere a la esposa del Guatti el dueño de los Alamos ? obvio con consentimiento de la nuera de Fernandez Campbell.... que ? no tenia que nombrarlos ?? uh ! Dio !
    A mi me daria verguenza mandar a mi hijo a esa escuela !!
    Pero bueno, aca se perdona todo !!
    El NYC.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Encuentro

Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...

Lejos

Como mazazos contra una frágil pared, las decisiones políticas, golpean a los habitantes de este lejano sur. Nada muy distinto a lo que sucede con otras regiones del país. Pero -en nuestro caso- por estar más lejos, el golpe parece que fuera más duro. Algunos ya preparan sus maletas: así no se puede vivir aquí, dicen indignados. Es probable que muchos se vayan. Ya pasó más de una vez.   Así como aparecen oleadas de inmigrantes que llegan buscando un mejor futuro, cuando las papas queman, del mismo modo en que llegaron, se van. Y está bien que así sea. Nadie debería ser obligado a quedarse en un lugar que no tiene nada para ofrecerle.

Espera

Despacio, me dijo, debes ir más despacio. Este invierno pronto dejará de estar entre nosotros y tus piernas entumecidas irán de a poco recuperando el ritmo. Me dijo eso mientras encendía unas ramas secas en la salamandra. No tiene sentido apurarse ahora, dijo y dejó que su cuerpo se acomodara lentamente en la reposera. Lo miré con los ojos bien abiertos, como tratando de abarcar toda esa existencia en mi mirada. El cielo seguía encapotado. No he podido acostumbrarme a eso de vivir los momentos como una espera.