Ir al contenido principal

El tiempo es veloz II

Un par de veces al año la ciudad invita al campo a volver a transitarla. Le abre sus puertas y desde el campo, sus hombres y mujeres bajan con sus caballos y sus pilcheros cargados de tradiciones. Rige -por unos días- una amnistía general a ese pasado expulsado por la modernidad. Se abren las tranqueras y todos nos contagiamos un poco de esa sensación de libertad que las tropillas transmiten con tanta espontaneidad. Son esos los días en los que nos damos un permiso para volver a soñar.

Comentarios

  1. Es verdaderamente una
    imagen para soñar.

    BESOS.

    ResponderBorrar
  2. tienen alguna fecha en particular ese par de veces al año?

    abrazo!

    ResponderBorrar
  3. Tengo la suerte de hacerlo mucho, dejar por unas horas la gran ciudad para sumergime en la belleza de un pueblo, desde la entrada hay una gran diferencia el ruido, se oye los pajaros, el sonido del viento que mueve las ramas, el aire mucho mas limpio, el azul mas transparente, y si todo esto le añado que este cerca del mar, es como estar en el septimo cielo, donde me gusta esta y asi relajarme para luego volver a la rutina de la gran ciudad.
    Con cariño
    Mari

    ResponderBorrar
  4. Llevo retraso en la lectura de tus crónicas. Te alcanzo este finde. Gracias por seguir ahí. Besos.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Vueltas

Escribir   un     rezo para un Dios    inexistente   Inventarme    un Dios       al cual rezarle sin fe   Encontrar    una fe       que no esté presa de una religión   Profesar   una religión      en la que no haga falta          rezar para huirle a la angustia que me acompaña desde que no estás

La memoria espectral de los frigoríficos

Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...

Vestigios

En Santa Cruz, la idea de lo provisorio, de estar solo de paso, estuvo siempre en permanente disputa con el deseo de arraigarse.  Muchos, como Magallanes, sin importar la actividad económica que haya prevalecido, el origen migrante, la condición social, o el motivo que los haya impulsado a venir, recalaron sólo para pasar el invierno.  Otros, como emulando a los habitantes originarios de esta tierra, lo hicieron para quedarse. Echar anclas sin vuelta, quemar las naves, decididos a establecerse. Indagar en nuestra historia es como hurgar en una construcción que, a las claras, no ha sido parte de un proyecto común.  La memoria colectiva santacruceña tiene esa impronta: aparece fragmentada, de a retazos, como si fueran partes de un todo inexistente.  Puede que, el no ser, sea la característica más significativa de nuestra identidad.  En este contexto, los vestigios de los frigoríficos construidos en Santa Cruz a principios del siglo pasado, aparecen com...