Siempre –desde muy chiquita- le gustó jugar a que era reina. Construía en el galpón de esquila, un castillo, imaginando que todos respetaban su palabra. Imponía por su propia voluntad un régimen en el que ya nadie temía a nadie. Sus ovejas paseaban por el campo olvidándose del zorro o del puma, que obedientes a su mandato real, habían encontrado nuevas formas de alimentarse. Cuando paseaba por la inmensidad del territorio juntaba silencios que luego atesoraba entre sus manos como cuencos de rosario que le ayudaban a conciliar el sueño. Cabalgaba entre choiques, guanacos, maras y avutardas, en su corcel blanco derribando límites todos los días…
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
Buenas! ¿Qué tal? ¿como va el puente?
ResponderBorrarCreo que todo el mundo ha jugado alguna vez a lo que describes :) y es que los niños pequeños son muy ingenuos..!
Un abrazo
es la forma más elegante de derribar puentes. un abrazo amigo!
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