Ya estamos sobre la parte oeste de la bahía. Desde aquí, la ciudad se ve distinta. A la cortina de sauces y álamos verdes concentrados en el la parte más antigua del pueblo, ahora la bordean nuevas construcciones, algunas de ellas levantadas solo para juntar los verdes aportes de la industria del turismo que motoriza toda vida de la ciudad. A la par nuestra, una cabalgata marcha a paso de hombre. Sobre la delgada capa de agua que persiste en la bahía, algunos flamencos, cisnes y patos disfrutan de la jornada.
Escribir un rezo para un Dios inexistente Inventarme un Dios al cual rezarle sin fe Encontrar una fe que no esté presa de una religión Profesar una religión en la que no haga falta rezar para huirle a la angustia que me acompaña desde que no estás
Y acá un viaje, me apetece unirme a esta travesía, parece que la del narrador a pie, aunque a caballo debe ser hermoso, con esa extensiones inmensas...
ResponderBorrarAl paso para no perderse el paisaje ni los pájaros... y luego un trote largo para sentir el viento en la cara y la sensación de sentirse libre y un poco salvaje.
Volveré. Un beso,
Yo quiero subirme a uno de esos jamelgos y unirme a este maravilloso viaje.
ResponderBorrarQue preciosidad de paisaje.
Mil besitos!!!
Que bonito lo cuentas,
ResponderBorrarcomo par desear disfrutarlo.
Besos.
Que foto mas bonita.
ResponderBorrarBesazos
Envidio a los jinetes!
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