Cruzamos un curso de agua que comunica a la bahía con el lago. Por el transitan algunas percas y las gaviotas aprovechan para alimentarse. El diseño es perfecto. Cuando el lago baja, la bahía también retrocede y el arroyo –afluente de la misma- continúa dándole vida, hasta que los deshielos vuelvan a inundarlo. Ahora bien, la bahía, nunca corta el contacto con el lago, sigue fluyendo hacia él.
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
Parece un lugar maravilloso donde se siente paz.
ResponderBorrarSaluditos!
El arroyo como un cordón umbilical, bahía y lago, madre e hij@ siempre en contacto.
ResponderBorrarHermoso.
Felíz día