Seguimos viaje bordeando el río de las vueltas. La idea es ir hasta la base del Glaciar Huemules. Llegamos hasta el acceso, en donde el propietario ha construido unas cabañas y hay una hostería sin terminar. Nos recibe Ramón. Se alegra de nuestra llegada. Soy de Corrientes Capital y hace dos meses que estoy por acá, a veces los días se me hacen largos y recién ahora está comenzando a venir gente, nos dice con cierta resignación y muy amablemente nos indica como ingresar al bosque por un sendero. Se queda apoyado en el alambre, contemplando el paisaje.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
contempla el paisaje y no ve futuro. sólo atina a observar la conjugación de todos los tiempos.
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