El descanso ha sido reparador. El desayuno acorde par afrontar una jornada intensa. Al margen de ello vamos a preparar una vianda, para no exigirnos en las diez horas de caminata que nos esperan. Asomo por la ventana y veo caer copos de nieve que flotan en el aire como ceniza. Es temprano y la temperatura no supera los dos grados sobre cero. Cuando llegue a cuatro grados partimos, digo, como para darme entusiasmo. El cielo esta cubierto por una nube gris y no muestra ningún síntoma de que vaya a cambiar. Teníamos el propósito de caminar hasta la Laguna de los tres para aproximarnos al Monte Fitz Roy. Los setecientos metros de desnivel que tendremos que ascender son –por ahora nuestra principal preocupación. Ya estamos parados frente al cartel que nos indica hacia donde vamos. Para sorpresa nuestra, muchos han partido ya.
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
Espero que entre la Madre Roca i el Padre Cielo, encontreis en es excursión un Hijo Sendero, o un Hermano Sol. sin bromas. Os envidio sanamente!.
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