La culpa de que la patagonia no sea chilena la tiene Darwin, dijo nuestro circunstancial huésped como desafiando a todos los presentes, porque cuando recorrió estos territorios escribió que esto era un desierto y nada dijo y seguramente nada sabia de que -abajo del desierto, a pocos metros- había petróleo, gas, oro, plata y cuanta riqueza uno pueda imaginar.Todos reímos, no digo festejamos, pero un poco disfrutamos el comentario en tono de protesta que nuestro visitante de nacionalidad chilena realizaba, en su búsqueda de algo que justificara el porque hoy, él tenia que venir y pagar unos cuantos miles de dólares para comprarse un campo de veinte mil hectáreas en la patagonia.
La jornada había sido larga, muy tempranos salimos desde Gobernador Gregores, en un camioneta 4x4, decididos a mostrar las bondades de un campo que teníamos en venta y que si todo iba bien, compraría "nuestro amigo chileno" asociado con un renombrado escribano porteño.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
domingo, noviembre 01, 2009
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