Ya estamos mas cerca, solo nos queda cruzar ese último tramo de bosque y pararnos al pie de esa muralla natural para evaluar que hacemos. Está siempre presente la idea de que nosotros decidimos cuando parar. Hemos llegado hasta aquí porque así lo hemos querido. Nadie nos puede obligar a seguir si decidimos lo contrario. El último tramo es el que resulta más atractivo, pero a la vez es el de mayor dificultad. Desde allí el sendero sigue en pendiente ascendente de unos cuatrocientos metros de desnivel hasta la Laguna de los tres.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
Buena idea la de este blog.
ResponderBorrarAsí por etapas resulta muy interesante.
Te felicito.
Saludos.
Hermosas vistas.
ResponderBorrarMe gusta tu blog, muy interesante.
Saludos.
Un gusto poder estar
ResponderBorraren contacto con la
naturaleza, sería
precioso poder coronar
el recorrido llegando
a la cumbre, pero
sin correr peligros.
Un abrazo
Gracias por pasarte y leerme.
ResponderBorrar¡impresionantes imágenes las de tu blog!
biquiños,