Todo transcurrió entre bromas, que fue la forma más práctica de amortiguar los excesos verbales de nuestro cliente. Bromas, que son la forma mas diplomática que encontramos por estos lados para dirimir las cuestiones de nacionalidad sin alterar nuestra convivencia, mas si tenemos en cuenta que -todos de alguna manera- fuimos paridos por el desarraigo de nuestros padres, que vinieron al sur solo a trabajar y que hasta el conflicto del Beagle éramos un poco extranjeros en este remoto lugar.
Me acuerdo en este momento, lo incompresible que nos resultó en el setenta y ocho las razias que hacían los militares buscando chilenos en nuestro barrio y como a pesar de los esfuerzos por ofrecerles algún resguardo en uno de esos operativos se llevaron a nuestro amigo "poroto" que con sus 16 años no pudo evadir el control y terminó deportado al vecino país. Lo que es innegable, es que los chilenos son junto a tantos inmigrantes una parte importante de la historia de la patagonia. La mayoría de los fusilados en las Huelgas del veinte y que permanecen sepultados en las tumbas colectivas eran trabajadores chilenos.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
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tengo la particularidad idea de encontrarme a mí mismo en el desarraigo del sur.
ResponderBorrarGracias por acercarte a mis relatos y dejarme un comentario.
ResponderBorrarSaludos.
Esa particular idea señor posmópolis ha desvelado a muchos en el mundo y creo -sin temor a equivocarme- que si lo intenta no saldrá desfraudado.
ResponderBorrarShanty: ha sido un gusto recorrer tu blog.