Poincenot alberga varias carpas. Algunos de los visitantes improvisan un picnic entre los troncos. Los imitamos y hacemos una pausa para consumir nuestra vianda. Nuestra cabeza se enfría y los pensamientos vuelven a ocupar su lugar. Es suficiente, hasta acá llegamos, tienes que tener en cuenta la horas que te llevará el regreso. Por frente nuestro, mientras conversamos sobre que hacer, pasan dos personas mayores que nosotros. No hacen pausa, no consumen su vianda, siguen como hipnotizados hacia la montaña. Nos miramos y medio como coro nos decimos: sigamos, hasta donde lleguemos.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
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Zafar
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Hola Noesperesnada...ante todo, gracias por visitarme, un placer.
ResponderBorrarTe dire que he leido las 6 partes de Padre cielo y me ha encantado.
Que lugares mas bellos.
Con tu permiso, me quedare paseando por estos senderos.
Mil besitos!!!