lunes, noviembre 02, 2009

Desarraigo II

Desde que renuncié a mi cargo en el gobierno, todo se me había hecho más difícil. Tal vez por eso de que los amigos que uno hace estando en un cargo te duran -con suerte- lo que duras en el cargo y en cambio los enemigos que cosechas, te duran toda tu vida. Pero estaba decidido a incursionar nuevamente en la venta de campos, rubro este que mostraba mucho potencial a desarrollar y efectivamente, a los pocos meses recibí la consulta de un operador que me preguntaba por este campo, que unos amigos me acercaron para que lo ofreciera en venta.

Es común atender por estos lados inquietudes de americanos, franceses, italianos y españoles que se interesan por los bajos valores que tienen los campos en patagonia, comparados con la pampa húmeda y que sueñan con hacerse de veinte mil  hectáreas de tierra patagónica sacrificando una parte mínima de sus ahorros. Pero esta era la primera vez que atendía a un comprador de nacionalidad chilena, que encima no disimulaba para nada sus diferencias a la hora de cuestionar la soberanía argentina sobre estos territorios.


3 comentarios:

  1. Interesante lo que cuentas. Nunca habia encontrado un ex-gestor gubernamental, venido al mundo de los inversores, pasando por el de narrador de historias.(esto ùltimo, con muucho acierto, a mi modo de entender.)
    Sigue mandando reportajes de este munda tan lejano para nosotros. Gracias!

    ResponderBorrar
  2. el sur...

    cuando uno escribe siempre lo hace hacia abajo. "hacia abajo" puede ser el infierno o el sur: el fin de algo, de una geografía. pienso q no hay algo más bello que el fin del sur.

    saludos desde otro punto cardinal.

    buen lugar.

    ResponderBorrar
  3. Todo es posible Montserrat en esta mítica Patagonia y gracias por tu lectura.
    Esa es la magia del Sur, el iman del fin del mundo que tanto ha desvelado a aventureros, poetas, corsarios y cuanta especie una pueda imaginar Señor posmopolis

    ResponderBorrar

Zafar

-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...